Aunque
Edward Freeman no “inventó” el
término stakeholder, no cabe duda de
que lo introdujo definitivamente en el lenguaje de la estrategia, de la ética
empresarial y de la responsabilidad social corporativa.
En su
primera definición del concepto stakeholder de 1983, Freeman distingue entre
una acepción amplia y otra restringida. El sentido restringido se refiere sólo
a aquellos grupos y/o individuos sobre los que la organización depende para su supervivencia,
mientras que el amplio incluye además grupos y/o individuos que puedan afectar
o que son afectados por el logro de los objetivos de la organización. De esta forma,
la acepción amplia ha servido como un instrumento para entender el entorno y para
desarrollar procesos de planificación estratégica.
El
concepto stakeholder será más o menos estable a lo largo de la literatura de las
relaciones públicas desde una perspectiva teórica, pero la aplicación del mismo
en la práctica experimenta más variaciones
En términos simples, los stakeholders
pueden ser definidos como todos los actores sociales que,
producto de las decisiones y objetivos de una empresa se pueden ver afectados,
ya sea de forma positiva o negativa. Así por ejemplo, los dueños de una
compañía, sus trabajadores, la comunidad donde ésta opera y sus proveedores,
entre otros forman parte de este grupo.
Existen dos tipos de grupos de interés:
Primarios: Los stakeholders primarios
son fundamentales para el operar de una organización. Este grupo incluye a
quienes tienen alguna relación económica con el negocio, como por ejemplo, los
accionistas, los clientes, los proveedores y los trabajadores.
Secundarios: Los stakeholders secundarios son
aquellos que no participan directamente en el intercambio con una empresa, pero
que sí pueden afectar o verse afectados por las acciones de ésta. En esta
categoría están los competidores, los medios de comunicación y las ONG´s, entre
otros.
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